Título: También esto pasará.
Autor: Milena Busquets.
Editorial: Anagrama.
Págs: 176.
Sinopsis: Partiendo de lo íntimo, Milena Busquets rompe fronteras y convierte en literatura las vivencias personales de un verano en Cadaqués.
Cuando era niña, para ayudarla a superar la muerte de su padre, a Blanca su madre le contó un cuento chino. Un cuento sobre un poderoso emperador que convocó a los sabios y les pidió una frase que sirviese para todas las situaciones posibles. Tras meses de deliberaciones, los sabios se presentaron ante el emperador con una propuesta: «También esto pasará.» Y la madre añadió: «El dolor y la pena pasan, como pasan la euforia y la felicidad.»
Ahora es la madre de Blanca quien ha muerto, y esta novela, que arranca y se cierra en un cementerio, habla del dolor de la pérdida, del desgarro de la ausencia. Pero frente a ese dolor queda el recuerdo de lo vivido y lo mucho aprendido, y cobra fuerza la reafirmación de la vida a través del sexo, las amigas, los hijos y los hombres que han sido y son importantes para Blanca. Todo ello en el transcurso de un verano en Cadaqués, con sus paisajes indómitos y su intensa luz mediterránea que lo baña todo.
Opinión personal: Es el primer libro que leo de Milena Busquets, y lo he disfrutado muchísimo. Es sencillo, realista, cercano. No es una obra de arte, es cierto, pero me ha hecho desconectar por completo mientras lo leía y para mí eso ya es mucho. En él, la autora nos hace reflexionar sobre la muerte y la importancia de vivir a través de su personaje principal, Blanca, quién acaba de perder a su madre y se refugia en relaciones sexuales frenéticas con diferentes hombres, porque como dice ella "lo contrario de la muerte no es la vida, es el sexo" y ella quiere sentirse viva, más viva que nunca. Me ha gustado mucho como escribe esta escritora, seguramente vuelva a ella muy pronto.
"Por alguna extraña razón, nunca pensé que llegaría a los cuarenta años. A los veinte, me imaginaba con treinta, viviendo con el amor de mi vida y con unos cuantos hijos. Y con sesenta, haciendo tartas de mazanas para mis nietos, yo, que no sé hacer ni un huevo frito, pero aprendería. Y con ochenta, como una vieja ruinosa, bebiendo whisky con mis amigas. Pero nunca me imaginé con cuarenta años, ni siquiera con cincuenta. Y sin embargo aquí estoy. En el funeral de mi madre y, encima, con cuarenta años."
"Al llegar a casa, quemaré toda la ropa que llevo hoy, está empapada de cansancio y de tristeza, es irrecuperable."
"Creo que me querías, ni mucho, ni poco, me querías y punto. Siempre he pensado que los que dicen 'te quiero mucho', en realidad te quieren poco, o tal vez añaden el 'mucho', que en este caso significa 'poco', por timidez o por miedo a la contundencia de 'te quiero', que es la única manera verdadera de decir 'te quiero'."
"Mamá, me prometiste que cuando murieses mi vida estaría encarrilada y en orden y que el dolor sería soportable, no me dijiste que tendría ganas de arrancarme mis propias vísceras y comérmelas."
"Me pregunto cuál es el protocolo para ligar en un cementerio. Me pregunto si vendrá a darme el pésame. Creo que no. Cobarde. Cobarde guapo, ¿qué hace un cobarde en el funeral de mi madre, la persona menos cobarde que he conocido en mi vida?"
"Llevo encima el sudor de la noche y del hombre toro con el que he dormido, meto la nariz dentro del cuello de la camiseta y reconozco el olor ajeno, las huellas invisibles de la alegra invasión de mi cuerpo por otro cuerpo, de mi piel -tan dócil y permeable- por otra piel, de mi sudor por un sudor distinto. A veces, ni la ducha logra borrar esa presencia, y paso días percibiéndola, cada vez más lejana, como un vestido indecente y favorecedor, hasta que desaparece del todo."
"La cara de ilusión es una de las más difíciles de fingir y va desapareciendo a medida que desaparecen las ilusiones, las verdaderas, las infantiles, y son sustituidas por meros deseos."
"Tenemos una relación de amor-odio. Yo le amo y él finge odiarme casi todo el tiempo. Pero su odio tiene más cosas buenas que el amor de la mayoría de las personas que he conocido."
"Lo contrario de la muerte no es la vida, es el sexo. Y a medida que la enfermedad se iba volviendo más feroz e implacable contigo, mis relaciones sexuales se iban volviendo también más feroces e implacables, como si en todas las camas del mundo sólo se estuviese librando una batalla, la tuya."
"Tal vez el sentimiento más elevado que se pueda sentir por otra persona sea el respeto, más que el amor o la adoración."
"Al día siguiente, me despierto muy temprano y subo a la terraza a ver el mar. Los recuerdos se amontonan formando un manto compacto que, por una vez, no me ahoga. Supongo que una casa familiar es esto, un lugar por el que ha pasado todo el mundo y en el que todo ha sucedido."
"Lo que más echo de menos de la juventud es la forma de dormir a pierna suelta. Ahora me meto en la cama como si me metiese en un ataúd."
"Conseguir no pesar y que nada pese, la tristeza hace que todo pese dos toneladas."
"A veces, envidio un poco la amistad masculina, vista desde fuera, parece un camino más llanto y sencillo que la amistad entre mujeres. Lo nuestro es como un noviazgo eterno, accidentado, intenso y pasional, mientras que lo de ellos se suele parecer más a un matrimonio bien avenido, sin grandes emociones tal vez, pero sin grandes altibajos."
"El sexo me gusta porque me clava en el presente."
"Me acomodo en la escalera y voy bajando muy despacio, el agua helada me sacude, me eriza y me enfurece, me tensa todos los músculos del cuerpo y finalmente, cuando cedo y suelto las guías permitiendo que su fría cuchilla me envuelva, ojos cerrados, cabellos de medusa bailando por encima de mi cabeza sumergida, cuerpo por fin ingrávido, me acoge, me bendice y me disuelve. Me pregunto si será el mar mi último amante."
"También hay que tener cierta edad para empezar a sentir afecto por las ciudades en las que uno nació."
"Afortunadamente, los celos caducan, pienso mientras apoyo el hatillo de cubitos de hielo contra mi ojo derecho. El amor no, al menos en mi caso. Sigo queriendo a toda la gente a la que un día quise, no puedo evitar ver, a través de todas las deserciones y de la mayoría de las deslealtades propias y ajenas, a la persona, prístina y clara, de antes de que todo se convirtiese en ceniza. (...) Con cierta heroicidad estúpida, no reniego de ninguno de mis amores ni de ninguna de mis heridas. Sería como renegar de mí misma."
Puntuación: 5⭐/5
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