Parecía que no se iba a acabar nunca, pero se acaba. Lo noto en mis ojos húmedos de recordarte pero cansados ya de llorar, en mi voz callada porque ha estado llamándote durante demasiado tiempo y no ha recibido respuesta, en mi piel que anhela la tuya pero que ya no muere por tus huesos, ni se queja y se cura sola. Se agota este sentimiento, cielo, y ya no aflora nada de este corazón. Este amor se va a cuentagotas, pero se va. Es el principio del fin, el último acto antes de que baje el telón.
Despídeme de tu fantasma, que yo no tengo el cuerpo para más metralla. Y pon un poco bourbon en tu copa y brinda a mí salud, por los buenos tiempos. No te abandones como un trasto viejo, y quiérete, aunque a veces te cueste mirarte al espejo. No renuncies a quién eres, no abandones tus sueños. No juzgues mi marcha, ni desandes lo andado; no te vuelques sin pasión, no renuncies al amor. Sé feroz ante la vida, pero lo suficientemente blando para rendirte a una caricia, a unas manos amigas, a un amor sin medidas.
Y sobretodo, recuerda que te quiero, pero debo irme.
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