Miré atrás con la resignación de quien lo ha perdido todo, sin esperanzas, sólo por la necesidad de revivirme en un recuerdo que hiciese de mi infierno un lugar más habitable. Sólo allí me sentía feliz, pero hasta el mejor de los recuerdos había perdido color. Todo se había vuelto gris. Las imágenes en mi mente se distorsionaban a su antojo, todo era abstracto y opaco. No había luz, el paraíso se había tornado infierno. Y el recuerdo que tantas sonrisas me había sacado, ahora sólo era preludio de tormenta.
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